lunes, 20 de mayo de 2013

Los grandes pecados de ENLACE

Donde hay buena educación no hay distinción de clases. Kung FuTse, Confucio
 
Queridos amigos, en esta ocasión iniciaré lo que será y ha sido, una ventana frecuente de opinión de diversos medios acerca de los resultados de ENLACE  y de las críticas generalizadas sobre nosotros como docentes, con una reflexión sobre una cita que me tocó escuchar en el marco de XXXll Sesión Extraordinaria de Consejo Nacional del SNTE, “Nosotros los maestros valemos más, de lo que costamos…” De verdad que la cita pudo haber pasado desapercibida para muchos, pero en lo particular fue significativa por todo el contexto que se ha vivido en los últimos días con respecto a la labor del docente; quizás como un desafío para las políticas públicas”
Mucho ya se ha discutido sobre eso, pero considero que no está de más refrescar las ideas y tratar de ir un poco más profundo. Dos son las respuestas más conocidas, aunque no excluyentes, sobre estos puntos: un grupo de la sociedad plantea que la educación se encuentra secuestrada por el magisterio, una postura por demás capitalista que intuye un acercamiento hacia presentar a las escuelas particulares como la salvación de la sociedad, para salir de los problemas estructurales que aquejan a ésta, bajo un sistema que permita denigrar a la escuela pública. Por el otro, hay quienes bajo el esquema, (aún recuerdo un poco de sociología de la educación de una de mis maestras en el CEB Gregorio Torres Quintero de Navojoa, Sonora) de buscar en la educación un estrato social más alto, donde el logro nos instruye para lo laboral, como fuerza de trabajo para el mercado, consideran que la educación nos forma como sociedad, una más justa y democrática. Ahora bien, ante estas formas de conceptualización ¿qué camino estamos tomando nosotros?
Si recorremos el camino planteado para la primera conceptualización, es necesario contar con una sociedad completamente ilustrada que va a permear en el  conformismo de que unos pocos pasen por el sistema educativo, lo cual siempre sería regulado por las necesidades del mercado de trabajo. Por otro lado, para transitar la segunda conceptualización es necesario todo lo contrario, para conformar una sociedad más justa y democrática es fundamental que la educación sea considerada como un derecho para todos.
En retrospectiva, lo que me pasa es que el incidente puede ser como “la torta” de un sistema educativo que crecientemente me revuelve el estómago por su mercantilismo. La punta del iceberg de un sistema diseñado bajo el supuesto de que es la mano invisible del mercado la que va a optimizar la educación de los mexicanos. Ese ha sido, el criterio ordenador fundamental de la educación.
Se traduce en muchas cosas: escuelas privadas que compiten por alumnos entre sí y con las escuelas públicas,  sin una mínima regulación. Escuelas que seleccionan a sus alumnos para poder tener mejores resultados… y así mostrarlos en el mercado. Escuelas que dejan a los peores alumnos en la casa el día de ENLACE… para mostrar mejores resultados. Universidades que literalmente venden títulos profesionales al que tenga la capacidad de pagarlos, sin la más mínima regulación, como se sabe, ya que es un secreto a voces.
Los padres que tienen más recursos pueden pagar por accesos a escuelas y universidades más caras. Un mercado de libros de texto que valen 10 veces más en el sector privado que en las escuelas públicas. Sin lugar a dudas; un sistema educativo basado en competencia; pero entre la escuela pública y la privada.
Los resultados del examen ENLACE significan que se está haciendo lo conveniente para  asegurar una escuela de calidad, aunque de repente recuerdo algunos alumnos que he tenido, que me hacen dudar de los resultados, lo cual implica que la educación pasa a ser considerada como una prioridad. Sin embargo falta mucho más para que este derecho sea realmente efectivo en términos de inclusión real, no solo se puede garantizar con una silla dentro del aula de clases, el acceso al sistema no es más que una gran oportunidad a no quedar fuera de los contextos de oportunidades. Pero es necesario ir más allá y ver lo que sucede en la trayectoria escolar.
Ahora bien, en dicha trayectoria escolar, también nos encontramos con que la obligatoriedad no asegura de por sí educación de calidad para todos, es por eso que muchos estudiantes son excluidos, pero no de su banca en el salón de clases sino de la enseñanza. Son aquellos niños que asisten a clase pero no acceden a los aprendizajes.
La alta expansión del mercado de la educación constituye un territorio inexplorado para muchos capitalistas y ven en las deficiencias de la escuela pública la oportunidad para hacer leña del troco caído; buscando infinidad de calificativos que denigren la labor del docente. Ahora resulta que los problemas de la sociedad, la delincuencia, el narcotráfico, los robos, violaciones, etc., son culpa de un magisterio que ha perdido el reconocimiento social pero sobre todo, la labor que por convicción eligió, ser maestro. Si solamente observamos la postura del docente, dichos argumentos, podríamos decir, que son infundados y como siempre, buscamos culpables en otro lado y no como sociedad en su conjunto. Estamos frente a un sistema democrático e incluyente si, respondiendo la pregunta principal de para qué nos educamos. Sin embargo las posibilidades de acceso al sistema no se traducen en posibilidades de permanencia y en enseñanza de calidad para todos, mas sin embargo eso no significa que seamos los culpables de que el mundo se va acabar.
Poniéndolo en palabras claras, la educación no tiene que entenderse como sinónimo del acceso a una silla en el salón de clase, sino que debe significar una buena trayectoria escolar, el Estado debe de ser garante de una educación con derecho a los aprendizajes y con herramientas para lograr la permanencia, y la retención de todos los estudiantes. Es necesario contar con políticas de intervención y con abordajes intersectoriales, bien por el acuerdo 592, sobre la articulación de la Educación Básica, para ello es preciso asumir la diversidad siendo precisa la sistematización y el relevamiento de las experiencias educativas para poder abordar la raíz de los problemas de la exclusión y de la sociedad en su conjunto.
Por lo tanto creo que todavía no es posible definir claramente el camino que estamos tomando, mientras sigan existiendo niños y jóvenes excluidos del sistema escolar o excluidos de los aprendizajes dentro del aula de clases, o bien, si consideramos la frase “lo que no se mide, no mejora”, pero a eso agregamos algo obvio: “la sola medición no lo mejorará” e incluso más, la sola difusión puede tender a reproducir estigmatizaciones y encubrir logros que mediante una evaluación no son perceptibles; por lo consiguiente, no es posible afirmar que estamos frente a una sociedad más justa y democrática.

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