martes, 7 de enero de 2014

Entre reformas nos veamos…..


Por estos días, en los que ronda en el aire una sensación de incertidumbre en la administración educativa, debido a los cambios implementados a raíz de la Reforma Educativa del presidente Enrique Peña Nieto, en la que se define una política clave para el futuro de la educación del país, la metodología de evaluación que utilizará el recién creado Instituto Nacional de Evaluación Educativa sigue siendo de preocupar y ocuparse, para evaluar el Sistema Educativo del país en los próximos años, y no sabemos si la metodología en cuestión se hará cargo de las reiteradas críticas y recomendaciones que el mundo académico, político, y social  ha manifestado.

En este sentido, las críticas pueden clasificarse en dos grandes áreas. En primer lugar, la metodología que se propone para evaluar a los docentes, que se realizará en cinco dimensiones, las cuales, suponen no privilegia el resultado por sobre el contexto, aunque es probable que no considere suficientemente el proceso de enseñanza y aprendizaje.  Estamos conscientes que la diversidad en nuestro país, en nuestro estado, regiones y poblaciones son distintas, pero también, estamos seguros que se antoja difícil diferenciar la evaluación, mientras se siga privilegiando el examen escrito y/o la prueba objetiva. De esta manera, se entiende que los contextos multigrados, la periferia y las mismas ciudades, seguirán siendo distintos y lo difícil es homogeneizar perfiles, parámetros e indicadores en esta evaluación.

La segunda crítica se refiere al modo de implementación de la ordenación que “supone” un alto impacto en el sistema escolar. Las imposiciones de las reformas pactadas por el llamado Pacto por México, han calado en el profesorado, sobre todo en algunos que ven con malos ojos la extinción de las llamadas comisiones. Si bien es cierto, son indispensables para el buen funcionamiento de los procesos administrativos educativos, pero “el abuso en el consumo de éstas, perjudican el sistema”, por ende, era necesario establecer un periodo de reconceptualización en el cual se comunique y explique, pero sobre todo se justifique el funcionamiento y las consecuencias de las mismas; además de generar el espacio necesario para perfeccionar aquellos elementos que demuestren ser conflictivos en este periodo de “prueba”. Es clave establecer un periodo de marcha blanca que permita a los trabajadores de la educación “prepararse” frente a las evaluaciones.

El país ya ha asumido las nefastas consecuencias de implementar cambios radicales sin la debida información y preparación de la ciudadanía, y es claro que significaría para el país un daño mucho mayor y permanente que el vivido con la puesta en marcha de estas reformas y que en teoría deberíamos jugar un rol clave en la nueva estructura de nuestro sistema educativo.

Estos elementos evidencian la necesidad de debatir abiertamente la política educativa antes de su implementación. Máxime que se “especula” que se hará una encuesta en este 2014 para hacer el cambio de currícula en Educación Básica, cuando aún no estamos en condiciones en evaluar el perfil de egreso del actual.

 Distintos hitos marcaron un año hiperactivo y demandante, con grandes momentos para recordar y otros que intentaremos dejar en el olvido. Pero lo que caracteriza a los trabajadores de la educación de nuestro país, es la marcada tendencia de adaptarnos al cambio.

Profr. Iván Jossué Campas Robles