lunes, 20 de mayo de 2013

“De panzazo”, documental por demás tendencioso

Sin duda, uno de los temas más sensibles para la sociedad es la educación pública y todas las aristas que ocurren en torno a ésta.
 
Actualmente se habla de manera reiterada en  la prensa, en los pasillos de las escuelas, en la política sindical y la administración educativa,  del documental “De panzazo”; documental por demás tendencioso y con un sentido estricto de denigrar la escuela pública para así exaltar la privada y sin  especulaciones,  enfocar las críticas y el golpeteo  hacia el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y sus líderes.
 
Sin embargo, es justo mencionar el hecho de que la clase política mexicana no puede decir que no conoce la realidad educativa por la que estamos atravesando, ni tampoco se pueden desgarrar las vestiduras al reconocer “¡qué barbaridad, que mal estamos!” porque es algo que ya conocen, es más, de alguna manera han contribuido a estar como estamos, por la simple razón de que ellos son corresponsables de este desastre sumario que es la formación de individuos para integrarse a la fuerza laboral del país.
 
No faltará el político mexicano que  se autonombrará “El presidente de la educación”, a favor de mejorar la calidad de ésta y auto excluirse de toda relación con el SNTE; sin embargo; cabe preguntarse: ¿si se tiene un gran nivel de consenso y preocupación por el logro educativo, por qué la formación académica de nosotros como mexicanos está tan lejos de alcanzar el ideal que se requiere?
 
 La clase política ha sido partícipe y beneficiaria  de ese desastre educativo, que no tiene su génesis por sí solo, ni se creó por obra y gracia de un ser superior; tampoco es culpa de alumnos que no quieren aprender, ni de maestros que no quieran enseñar ya que es producto de una relación causa-efecto, pues la realidad es que recae mucha responsabilidad en una clase política que no tiene la voluntad de que las cosas cambien, porque le sienta bien, le acomoda y no es cuestión de alternancia en el gobierno; ni tampoco de vociferar a los cuatro vientos “si soy elegido, crearé las condiciones para que los mexicanos que nazcan en mi gobierno llegarán a la preparatoria”.
 
No basta con aspirar a ser Finlandés, para estar en un privilegiado lugar en las evaluaciones de la OCDE,  porque no somos iguales, somos mexicanos con identidad y características propias, por lo que tenemos que levantar la voz y exigir que cada servidor público, desde su ámbito de competencia cumpla con la responsabilidad que le toca hacer, con compromiso, pero a la vez, con vocación de servicio.
 
No se necesita tener un doctorado en educación para saber que ésta se encuentra de pésima calidad; y que es ya muy común quejarse del papel que juegan la Maestra Elba Esther Gordillo y el SNTE en los malos resultados académicos de los alumnos, pero yo me pregunto: ¿quién propuso Carrera Magisterial? ¿Evaluación Universal? ¿Compromiso Social por la Educación? ¿Escuela Segura? ¿Escuela siempre abierta? ¿Escuelas de tiempo completo? y otros tantos programas que en teoría podrían haber sido detonantes de la calidad educativa; pero que en la práctica han sido el dolor de cabeza de directivos y docentes.
 
La voluntad de hacer un cambio es lo que se debe buscar, sin ambigüedades en las declaraciones de los candidatos o en las plataformas de los partidos políticos. Más bien, es necesario reorientar el Sistema Educativo Nacional, desde una perspectiva de articulación de acciones para optimizar recursos; pues si bien es cierto, existen programas educativos y sociales que son mal empleados y por ende, no es inversión, sino recursos tirados a la basura.
 
Desde aquí, un llamado para elegir a un nuevo Presidente o Presidenta y, desde luego, una nueva legislatura comprometidos con la educación; con propuestas  viables que disminuyan con el desastre educativo.
 

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